Una investigación ha demostrado que el miedo al dentista se debe, en la mayoría de los casos al ruido del torno. En los pacientes con más temor, ante la presencia de este ruido se activa en el cerebro una región ligada a los recuerdos. El ruido del torno puede llegar a generar un verdadero temor y acelerar los latidos del corazón. Un grupo de científicos japoneses han realizado un trabajo que casi ha llegado a descubrir el origen del miedo al dentista.
Las personas que tenían miedo a la hora de visitar a los dentistas mostraron diferencias muy notorias en las respuestas cerebrales en comparación con las personas que se encontraban mucho más relajadas y sin miedo. El trabajo realizado ha sido presentado hace muy pocos días en la Sociedad de Neurociencia en San Diego.
El cerebro reacciona ante el ruido del torno, en especial en los pacientes que se veían más angustiados, a partir de estos datos se está buscando la mejor forma para tranquilizarlos. El director del trabajo, Karibe, señala que: “He visto a muchos pacientes, y en mi experiencia clínica me doy cuenta de que el ruido del torno puede provocar ansiedad en los pacientes.” Las personas más ansiosas responden de manera diferente ante el torno.
Karibe pidió a mujeres y hombres de entre 19 y 49 años que completaran una encuesta de 20 preguntas para medir cuánto miedo les daba la visita al dentista. Dividió a los voluntarios en grupos de más y menos miedo y luego estudió a los participantes con una resonancia magnética mientras reproducía una serie de ruidos (tornos dentales chirriantes y herramientas de succión estridentes). Las personas del grupo con poco miedo no exhibieron angustia por ir al dentista. Al oír los ruidos, reaccionaban más sus partes del cerebro llamadas circunvoluciones temporales superiores. Esto, dijo Karibe, significa que los ruidos dentales generaban más actividad en las áreas auditivas primarias del cerebro.
Las personas ansiosas respondieron diferente. En lugar de un aumento de la actividad en las áreas auditivas de su cerebro, se percibió una reacción intensa en una región llamada núcleo caudado izquierdo, que puede llegar a intervenir en el aprendizaje y recuerdo de los ruidos de los instrumentos dentales. “Estas conclusiones pueden aplicarse para evaluar la eficacia de intervenciones como la terapia cognitiva-conductual en el caso de pacientes con mucho miedo al tratamiento odontológico”, dijo Karibe.